Por qué los publicistas beben Old fashioned

 

Cualquiera que haya visto y seguido la serie de AMC Mad men (2007-2015), pudo fijarse cómo Don Draper terminaba su día con un vaso rocas en la mano bebiendo bourbon con hielo, limón, azúcar, jugo de naranja y soda; el Old fashioned, una mezcla que data de los 1800, popularizada por el magnate del whisky James E. Pepper, el favorito del presidente Roosevelt y que en los años 60 era sinónimo de elegancia, estatus y en definitiva la bebida preferida de los publicistas de la avenida Madison.

El hotel Waldorf-Astoria de Nueva York, la cuna reconocida del Old fashioned, era entonces el punto de reunión de los hombres que dieron forma al estilo de vida norteamericano de la segunda mitad del siglo XX. Su refinada revolución supuso reemplazar los textos extensos de los periódicos del pasado siglo y los sustituyeron por combinaciones de imágenes y eslóganes con gancho. La “Gran Idea” implementó el uso de textos con mayor impacto e ilustraciones que conectaran con el deseo de alcanzar el imaginario popular del sueño americano. Entonces las imágenes publicitarias debían ser piezas estudiadas a fondo como una obra de arte al alcance de todo el público, los eslóganes debían tener el poder de una cita bíblica, lapidaria y potente, pues debían calar a fondo en lo que todo hombre, mujer y niño aspiraba a ser.

Los creativos de Sterling Cooper por lo general proponían imágenes sobrias de trabajadores clase media cabeza de hogar, amas de casa modelo e hijos felices con perros, de modo que el mundo perfecto de sus campañas publicitarias sería recordado más allá del producto que se vendía y calaba tan hondo en los huesos de los americanos que el deseo por una refinada vida social se convertía en la meta que todos querían alcanzar.

Ahora bien, en ese mundo de arco iris toda la cultura norteamericana parece estar conformada por hombres, mujeres y niños blancos, rubios y de ojos azules. Los negros, latinos y asiáticos son inexistentes, lo mismo que las manifestaciones políticas y culturales alternativas como la lucha por los derechos humanos, la guerra de Vietnam, el amor libre y las drogas parecen nunca haber sucedido. Visto en retrospectiva, el mundo que estos publicistas reflejaban en sus piezas era una fantasía que ellos, sin embargo, lograron mantener con una elegancia arrolladora. La publicidad estilizada, de buen gusto e ingeniosa son prueba de ello.

El mundo ha cambiado bastante desde que los niños de la Avenida Madison gobernaron el mundo; la radio y la televisión ya no tienen el mismo impacto mediático que el siglo pasado; la sobreexplotación de la mujer como objeto de uso y consumo está cuestionada y las nuevas tecnologías cambiaron las reglas de juego de la publicidad en la era del Internet; pero en este día del publicista cabe recordar que los creativos más importantes de su generación, Bill Bernbach, David Ogilvy, Jane Mass, Rosser Reeves y Leo Burnett, idearon maravillosas formas de engañar nuestros sentidos mientras sostenían un vaso de “vieja guardia” en las manos.

¡Salud!

 

Receta:

  • 4 partes de whisky rye, bourbon, o blended.
  • 1 terrón o una cucharada sopera al ras de azúcar.
  • 2 gotas de amargo (bíteres) de Angostura.
  • 1 golpe de agua o soda.
  • 1 rodaja de naranja.
  • 1 cáscara de limón.
 
Poner el azúcar en el fondo de un vaso bajo, añadir el amargo de angostura y agua. Mezclar hasta que se disuelva el azúcar, con este almíbar pintar todo el vaso. Añadir la rodaja de naranja apretandola un poco para soltar algo de jugo. Añadir dos cubos de hielo, servir el whisky y remover. Terminar con una espiral de limón (opcional) y 1 cereza.

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