DE QUÉ SIRVE LA INNOVACIÓN EN MEDIO DEL COVID.

Mucho se habla de reinvención y adaptación empresarial, muchas cosas han cambiado y se han acelerado diversos procesos para sobrellevar este momento de incertidumbre. Sin embargo, paradójicamente poco se habla del papel de la innovación como una herramienta de gestión; en opinión nuestra, es el momento más propicio para quitar el polvo de las archivadas herramientas de innovación y ponerlas al servicio de crear soluciones verdaderamente útiles para los próximos meses.

Qué es innovar. Esa palabra de la que tanto hablan los gerentes cuando necesitan urgentemente reactivar una marca, que muchas veces termina traduciéndose en empaques nuevo o una paleta de colores escogida para atraer a los clientes. 

Lo curioso de esto es que al final del día las marcas que quieren establecer nuevas ideas de productos, definirse como empresas que introduce novedades, que use procesos de innovación tecnológica salidos de la caja terminan pareciéndose entre sí de una manera reiterativa.

Ahora mismo, por ejemplo, algunas de las marcas de higiene y salud quieren incluir carbón en sus productos porque es lo más “novedoso” en tratamientos para el cuidado de la piel y el cabello. Así como hace dos meses lo era la sábila, y antes la biotina y antes el té verde y así sucesivamente.

El afán por lo nuevo, por establecer una tendencia, se ha vuelto una obsesión de nuestro sistema de consumo. En la actualidad muchos idealistas del mercadeo quieren establecer un antes y un después que rompa todos los hitos de la civilización con ideas innovadoras que pongan su nombre en el parnaso de los personajes ilustres del mundo junto a Leonardo Da Vinci y Alfred Nobel. Pero todos estos proyectos y empresas fallan porque han olvidado realmente qué significa el concepto que tanto persiguen.

La innovación consiste en utilizar el conocimiento que poseemos para construir una solución a un problema específico.

Pongámoslo así. Un hombre se acerca a un árbol de manzanas porque tiene hambre. Al trepar por las ramas, alcanza los frutos y así logra su objetivo. Luego aparece otro hombre que, al igual que el primero, tiene hambre y ante la perspectiva de caerse del árbol y hacerse daño, busca un palo largo con el cual alcanzar las manzanas desde el suelo y evitarse el peligro.

Y así, señores y señoras, ha aparecido el primer gran innovador del mundo: resolvió el problema del hambre de una manera distinta, más efectiva y menos peligrosa para saciar su apetito.

Más allá de sorpresas creadas con pirotecnia y humo, el solucionar un problema específico es lo que realmente diferencia a los lideres de la innovación. Un día las tribus ancestrales se dieron cuenta que podían sembrar las semillas de los vegetales que consumían y de ese modo no tendrían que desplazarse kilómetros para buscarlos, y así nació la agricultura.

En el renacimiento los artistas comenzaron a usar conceptos como perspectiva y composición para hacer sus pinturas, y sus enseñanzas aún se usan en nuestras piezas audiovisuales para comprender mejor el mundo y nuestra percepción artística.

La investigación sobre la glicerina del doctor Nobel permitió la creación de la dinamita y una nueva manera de provocar estallidos controlados que se podían usar para construir caminos y explotar minas.

Innovar es buscar soluciones que ayuden a la sociedad a sobrevivir y a suplir necesidades de manera cada vez más eficaz, reduciendo el tiempo que esto implica. Es, de hecho, suplir una necesidad vital para que podamos hacer mucho más esforzándonos menos, lo que nos permite crear saltos significativos en nuestra manera de vivir y de relacionarnos con el mundo que nos rodea.

Así cambiamos un teléfono fijo por un smartphone, reemplazamos el papiro por el papel de fibra de madera y matamos muchas más gente de un solo bombazo… bueno, ese último no es para sentirse orgulloso. De hecho, el doctor Nobel se sintió tan mal consigo mismo al ver cómo habían usado su invento que creó el premio a la excelencia humana que lleva su nombre.

DE QUÉ SIRVE LA INNOVACIÓN EN MEDIO DEL COVID

En términos generales, innovar es conseguir un fin a través del conocimiento que tenemos de las problemáticas que nos rodean. Un ejemplo muy claro es la cantidad de emprendimientos que buscan desesperadamente reusar y reciclar los productos naturales que tenemos, como una manera de resolver el problema apocalíptico que nos ha conducido a estar a 100 segundos del fin del mundo en el doomsday clock.

Es un camino desconocido que nos lleva a una meta y que una vez descubierto y recorrido lleva a otros caminos desconocidos. A veces no se llega a la meta prevista: El doctor Oppenheimer jamás se imaginó que sus investigaciones sobre la separación de los átomos lo llevaría a crear la bomba atómica, así como tampoco el doctor Fleming se imaginó que el musgo que creció por accidente en uno de sus laboratorios llevaría al descubrimiento de la penicilina.

Pero la innovación tiene un coste, no es gratis. El coste no sólo es económico, sino también de creatividad. Y no resulta sencillo descubrir cómo convertir una problemática en productos innovadores, cuyos resultados son imprevisibles. A pesar de esto, el coste de hacer innovación siempre es inferior al coste de no hacerla (en término de costes futuros o ganancias que no se tendrán en la empresa) y hoy esto cobra una validez extraordinaria. 

En definitiva: innovar es una actitud, una que está atada a la creatividad y a la capacidad de plantearse proyectos que junten el desarrollo empresarial junto a una curiosidad innata sobre qué es lo que como sociedad y como individuos necesitamos. Y sobre todo una creencia de que para mejorar la situación actual hay que hacer algo diferente y de que el futuro puede ser mejor que el presente.

Entonces como reflexión les planteo lo siguiente: ¿estás satisfaciendo la necesidad real de alguien con el producto que ofreces? ¿Esa satisfacción hace su vida más sencilla? ¿Estás salvando de alguna manera a la humanidad al ofrecerlo, o por el contrario la estás empujando al abismo de su autodestrucción? Hoy más que nunca la innovación debe estar dirigida a ayudar el planeta y la especie humana, a evitar que los seres humanos en años tengan que luchar con palos y huesos por los últimos recursos naturales. Si al responder estas preguntas aún te sientes satisfecho por lo que planeas hacer, entonces es posible que estés en el camino correcto de la innovación.