Porqué tener un mentor como Yoda te ayuda a crecer

¿Luke Skywalker habría aprendido a controlar la fuerza sin la guía de Yoda? ¿Neo habría descubierto que era el elegido si no se hubiera topado con Morfeo? ¿Harry Potter habría vencido a Voldemort sin la ayuda del profesor Dumbeldore? El mentor es en el viaje del héroe (esa pizza de doce pasos que establece cómo debe ser una buena historia) el personaje secundario que más influye en la historia, pues su conocimiento y sus enseñanzas son las que le permiten a los personajes principales cumplir sus objetivos y derrotar a los villanos.


 

¿Alguna vez se han preguntado si los héroes de las películas, series y novelas tendrían éxito por sí solos? Es decir, son los elegidos de la historia, sea como sea su posición de héroes les dará por sí solo la capacidad de derrotar al villano. En caso contrario, ¿de qué sirve obtener los poderes de una araña radioactiva o el martillo Mjǫllnir para gobernar los nueve mundos? Esa clase de poder ya debería ser suficiente para derrotar a cualquier enemigo.

Aún así, en repetidas ocasiones las historias de la literatura y el cine siguen recurriendo a la figura del mentor. Como dice Joseph Campbell en el Héroe de las mil caras: “una figura protectora (a menudo una viejecita o un anciano), que proporciona al aventurero amuletos contra las fuerzas del dragón que debe aniquilar”.

¿De qué les sirve a los héroes tener un mentor?  Por la palabra y su rol entendemos que es un profesor, alguien que enseña y que transmite conocimientos que el héroe no tiene antes de toparse con él. Pero eso no significa que deba ser imprescindible. Un profesor se puede encontrar en cualquier situación de la vida. Tenemos profesores en el colegio, en la universidad e incluso en entornos laborales. Los mismos héroes de las historias “aprenden” distintos temas de distintas fuentes. 

Harry Potter acude al colegio Hogwarts de magia y hechicería por varios años, allí conoce a distintos brujos y hechiceras que tienen como fin educarlo para que sea un mago óptimo. Aun así ninguno de los mencionados puede ser considerado un mentor. Ni la profesora McGonagall, ni Remus Lupin (los favoritos de Harry) o al otro lado Severus Snape o Dolores Umbridge (que son considerados poco amigables, por decirlo de alguna manera).

Como nota adicional en esa misma saga, Alastor Moody, el excéntrico mago que lucha contra los mortifagos, tampoco es un mentor para Harry. Aunque en la misma novela admiten que sí lo fue para otro personaje: Nymphadora Tonks, de quien se dice que la cobijó y cuidó en sus años de formación en las fuerzas de aurores del ministerio de magia.

¿Entonces qué es lo que hace tan particular al mentor? Cuál es la diferencia entre ser un personaje que sirve como fuente de conocimiento a una figura importante en el viaje del héroe.

Veamos el caso de Neo en Matrix y de Luke Skywalker en Star Wars. Ambos elegidos para llevar sobre sus hombros el destino de la humanidad, son dos niños perdidos en medio de la bruma de un universo gigante que los aplasta a la primera oportunidad (A Neo con el descubrimiento del imperio de las máquinas, y a Luke con un universo literalmente grande en el que él es insignificante). Entonces aparecen los personajes que encaminan al héroe con sus enseñanzas y asesorías. Pero algo más. Tanto Obi Wan Kenobi como Morfeo son conscientes del rol que están destinados a desempeñar y enseñan al tiempo que protegen al héroe del mundo exterior hasta que esté listo para enfrentarlo.

En los dos casos, Morfeo y Obi Wan están dispuestos a sacrificarse para salvar a sus pupilos.

En el héroe de las mil caras, el profesor Campbell lo dice así: “El héroe que llega bajo la protección del […] (mentor) no puede ser dañado. […] Lo que representa esa figura es la fuerza protectora y benigna del destino. […] Protector y peligroso, maternal y paternal al mismo tiempo, este principio de la guardia y de la dirección une en sí mismo […] la inescrutabilidad del guía que se hace seguir por nosotros, con peligro de todos nuestros fines racionales.”

 

En cristiano lo que quiere decir es que el mentor es una figura paternal que cuida al héroe de las fuerzas del mal que lo amenazan, y lo entrena sobre la base de que en algún momento tendrá que ir a la batalla. Esa es la gran diferencia. Un profesor es esa persona que te enseña que la fórmula para despejar la X en una ecuación de segundo grado es:

En cambio, un mentor es un Dumbeldore que ofrece su colegio/castillo para proteger al elegido de no ser atacado mientras aún es vulnerable o un Filoctetes (Phil) que entrena a Hércules hasta convertirlo en la masa de músculos que está destinada a convertirse en el mayor héroe de Grecia (en la versión de Disney). 

Incluso de formas despreciables el mentor también es un ser antipático que está constantemente presionando al héroe, forzándolo a ser mejor cada día, por ejemplo el doctor Hannibal Lecter, que de una manera muy retorcida se preocupa por Clarice en el Silencio de los inocentes; Terence Fletcher en Whiplash, cuyo único objetivo es educar al siguiente gran músico americano, o Miranda Priestly la dama dragón de El diablo viste a la moda y su relación de amor-odio con Andy.

 

Así pues, el mentor es un motor de acción en la formación del héroe antes de su batalla final. Lo sostienen “en el vientre materno” (palabras de Campbell), pero incentivando su crecimiento para que sea más fuerte, capaz, hábil o sagaz. Su reino sirve como resguardo, claro, pero no permanente. Pues el héroe debe avanzar y su relación con el mentor es lo que le permite prepararse y crecer en su aventura.

 

Entonces, si has llegado hasta acá, querido lector, te habrás dado cuenta de que la búsqueda de un mentor no se reduce a la ficción, sino que por el contrario es algo que nos es común a todos en nuestra vida (¡gran sorpresa!, diría el profesor Campbell).

 

El punto es que un mentor establece una enseñanza más allá de la ordinaria y genérica. Bajo su cuidado un pupilo aprende técnicas y desarrolla habilidades que están por encima de la media que da la educación estandarizada.

 

En la serie de manga y anime Naruto, los jóvenes ninjas son educados en una academia hasta que logran obtener el título de genin (literalmente “ninja bajo”). Entonces son puestos en equipos bajo la vigilancia de un Jōnin (ninjas de élite) que funge de capitán pero también como maestro y supervisor de los y las jóvenes combatientes. Su trabajo consiste en seguir la formación de sus pupilos al tiempo que se encargan de que no corran peligro en las misiones que les asignan.

 

Los tres personajes principales de esa serie (Naruto, Sasuke y Sakura) resaltan de sus demás compañeros porque fueron más allá al ponerse al cuidado de unos maestros que les enseñaron técnicas y habilidades fuera de lo ordinario y que, eventualmente, les permitieron enfrentarse a sus respectivos dragones.

 

Cada uno de ellos heredó un estilo particular de hacer las cosas, recibieron de sus mentores una filosofía particular y hasta una ideología muy marcada. Es parte también del proceso si cada uno de ellos decide seguir al pie de la letra las enseñanzas o adaptarlas para incluso superar a sus maestros y otrora compañeros.

 

En todo caso, con respecto a la alternativa: quedarse en su zona de confort, Naruto y compañía son más poderosos justo por esas enseñanzas que estaban fuera de la educación ordinaria que les dieron en Konoha.

 

Y si te he convencido de que debes buscar al Yoda de tu vida que te hable al revés, al Virgilio que te ayude a cruzar el infierno dantesco, el señor Miyagi que atrape moscas con palillos, la pregunta que te debes estar haciendo es: ¿Y dónde cuernos encuentro yo a mi mentor? ¿Dónde está ese reino de realización que me depara al otro lado del arco iris?

 

Y la respuesta, de nuevo, la tiene el profesor Campbell. En el capítulo sobre la ayuda sobrenatural dice: “El héroe a quien se le aparece tal ayudante es típicamente al que ha respondido a la llamada (a la aventura). La llamada, de hecho, ha sido el primer anuncio de la aproximación de este sacerdote iniciador”.

 

Esto quiere decir que para encontrar al mentor, el héroe debió aceptar la aventura de realizarse a sí mismo y decidirse a enfrentar al dragón. En Rocky, por ejemplo, el entrenador Mickey Goldmill siempre estuvo a la vista del héroe, presionándolo para que aceptara entrenarse y dejara su vida de matón de quinta.

 

Rocky, sin embargo, se niega a aceptar el régimen porque no cree en su potencial. Todo esto hasta que accede a la pelea con Apollo Creed y entonces la figura de Mickey se revela como el mentor que siempre estuvo ahí, pero invisible a los ojos de un Rocky ciego que se negaba a aceptar el llamado a la aventura.

 

En conclusión, que el destino del héroe se realiza en el momento que decide andar ese camino. No antes. Asumo que la vida de Alicia pudo ser más tranquila y sin tantas exaltaciones si hubiera decidido no seguir el conejo blanco, o la de Dorothy de no aceptar recorrer todo Oz en la búsqueda de un mago desconocido junto a un espantapájaros. 

 

Pero los Batman, los Indiana Jones, las Chihiro, las Katniss Everdeen, y en definitiva los héroes no lo son por preferir la comodidad y los espacios seguros, sino por el contrario por enfrentar la tormenta y aceptar la aventura de sus vidas.

 

Lo importante de tener un mentor o varios mentores en la vida profesional de negocios no es ajena a este principio. Tener a una persona con una experiencia declarada en un tema en particular da una ventaja competitiva sobre otras profesionales que ofrezcan el mismo servicio.

 

Por supuesto, y no hay que echarle mucha ciencia a esto, es preferible aprender de un Guillermo del Toro o un Elon Musk sobre los temas en que son expertos y en que han demostrado un nivel de experticia con respecto a otros de su mismo sector.

 

La transmisión de conocimientos, y en esto los norteamericanos son mucho más conscientes de este principio, es la base fundamental sobre la que se construye lo nuevo y lo innovador. Un mentor te enseña a surfear con las dificultades de un negocio. Ahora, es posible que sin estas guías logres los mismos objetivos, claro, pero el tiempo, el esfuerzo y sobre todo la inexperiencia de comenzar desde cero te puede jugar en contra si no eres un Mozart, un Einstein o un Dalí.

 

Entonces, como reflexión, es bueno que te lleves la intriga sobre si ya has aceptado el llamado a la aventura de tu vida, y de ser así, si ya te has topado o has buscado el mentor que te guíe en ella. Y como dice el profesor Campbell: “sigue tu dicha y el universo abrirá puertas donde solo hubiera paredes”.

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