¿Aún no has iniciado tu proyecto de emprendimiento porque no estás seguro de dar el salto? Aquí tenemos diez razones que puedes considerar a la hora de tomar tu decisión.
La palabra emprendimiento está de moda, es una tendencia en nuestro país y la región. Lo cual sabemos que es muy bueno para la economía y para la sociedad.
Desde hace un tiempo la inclinación por ser tu propio jefe y generar empleo se ha convertido en el sueño de realización personal de miles de colombianos, que día a día han decidido iniciarse en el viaje de la creación de empresas.
La proliferación de las redes sociales y la difusión constante de empresas que han tenido un éxito inusitado han dado la ilusión de que el proceso de crecimiento de una empresa es mágico y automático. Los influenciadores, también, surgieron como grandes imágenes de marca que jalan clientes a diestra y siniestra, y nos dieron la impresión de que solo hace falta dar un producto gratis por aquí y por allá para recibir avalanchas de personas deseosas de comprar lo que sea que se les esté vendiendo.
Y si bien es cierto que existen ejemplos de éxito en torno al emprendimiento, vamos a dar algunos datos que bien pueden servirte para discutir con esos emprendimaniacos amigos tuyos sobre por qué no emprender.
- La estadísticas no ayudan
Por muy bonito que parezca ver a tus amigos armando la fan page y el Instagram de su emprendimiento, en que montan frases motivacionales y lindas fotos de sus productos, el panorama del emprendimiento en Colombia dice que de las empresas que se fundan, el primer año subsisten 55% de ellas, el segundo el 41% y el tercero el 31%.
Según estudios de la CAF, países en vía de desarrollo tienen 2 veces más creación de nuevas empresas, pero 6 veces menos habilidad para generar compañías con más de 50 empleados. En otras palabras, una empresa no es solamente crearla sino generar las condiciones para que esas compañías crezcan y se fortalezcan en el tiempo. Según el GEM, solo el 6% de las nuevas empresas resisten más de 3.5 años.
2. Lo que nadie dice del emprendimiento
La verdad es que, con algunas excepciones muy especiales, el proceso de crecimiento de una empresa es lento y difícil. Implica esfuerzos como instrumentalización, sistematización de procesos, armar un equipo de trabajo, unas credenciales, crear una base de clientes que consuman constantemente tu marca y así llegar a un punto de equilibrio y muchos otros etcéteras que se van a traducir en que vas a atravesar momentos de soledad realmente duros y tu motivación va a tambalear muchas veces. Y si emprendes en equipo, vas a estar solo acompañado, pues el trabajo no es menor.
3. Bienvenido al mundo de lo inesperado.
No existe una fórmula ganadora para iniciar una empresa. Los imprevistos y los días en que nada sale como uno espera se harán ordinarios en tu agenda y no importa qué tan preparado esté alguien en la teoría, la práctica tiene sus propias reglas de juego. Crear una empresa es también ser consciente de este hecho. Esa idea romántica de que el emprendedor es dueño de su tiempo es una mentira, pues puede que cada segundo de cada minuto de tu vida lo invertirás en tu negocio. También estarás marcado: si tienes éxito serás un pérfido empresario o alguien solo quien contó con suerte, si no lo tienes serás un fracasado y todos te dirán cómo te lo habían advertido desde antes.
4. Ventas será tu segundo nombre.
Si eres un diseñador gráfico con su propia empresa, eres un vendedor. Si eres un artesano que construye sus propias y exclusivas porcelanas, eres un vendedor. Si eres un monje que quiere compartir sus principios morales desde una cueva, eres un vendedor. Ser un empresario se traduce en tener que vender todo el tiempo para recuperar la inversión de tiempo y esfuerzo que le has dado a tu marca. Nada se vende por sí solo y menos si es una marca que nadie conoce y tienes que abrirle lugar en el mercado. El corazón de cualquier tipo de empresa o negocio está basado en las ventas, esto no es opcional y al principio serás tú quien tenga que asumir todo el proceso: contactar a un posible comprador, lograr la venta, seguir el nivel de satisfacción del cliente y generar la fidelidad con la marca.
Entonces, si definitivamente sabes que no tienes alma de vendedor o le tienes mucho miedo a este punto y nadie en el equipo sabe hacerlo, puede ser una señal de alarma que el universo te está dando.
5. Tienes que tener listo el plan de respaldo que respalda al respaldo del plan.
Por supuesto ya tenemos en la mesa la conciencia sobre el nivel de riesgo en cuanto a temas financieros, así como también has considerado un plan de negocios (y sabes qué es un plan de negocios). Pero ahora también hay que estar preparado y seguir preparándote con cursos y diplomados que te ayudarán a tener una visión más global y actualizada sobre la realidad del producto que estás ofreciendo. Y cuando tengas eso listo, hay que estar preparado para la contingencia de que todo resulte en fracaso. No es lindo decirlo, pero sí necesario. Si las cosas no resultan, si el dinero se acaba, si se acumulan las cuentas y las facturas, ¿sabes ya cómo vas a reaccionar a eso? ¿Seguirás intentándolo porque crees que tu producto es bueno? ¿Tendrás actualizado tu CV preparado para el peor escenario posible?
6. Tú eres el responsable de todo.
¿Recuerdas esas maravillosas épocas en las que si algo salía mal en la oficina la gente se tiraba la pelota hasta que se iba muy lejos de ti? Pues en tu empresa, esa pelota te caerá siempre a ti, sin importar quién lo haya hecho mal. Lidiar con los clientes insatisfechos, con los proveedores cobrando, con los empleados a los que no les has pagado la nómina en el día comenzarán a reflejarse en una caída desesperante de cabello en los hombres, y unas arrugas prematuras en las mujeres. ¿Y qué pasa si el chicharrón en el que estás metido es responsabilidad de alguien más? Pues igual tú tienes que solucionarlo. Ser el jefe es un imán para los problemas, y créeme, los habrán.
7. Trabajar, trabajar y trabajar.
No, no te estamos vendiendo una peligrosa ideología política. Los horarios flexibles y los trabajos desde casa suenan muy bonitos hasta que te das cuenta de que también quizás tienes que trabajar los días festivos y a deshoras, de domingo a domingo, todos los días del año. Las vacaciones no te las paga nadie, así que tomarás la sabia decisión de no salir de tu casa mientras descansas, así no arruinas tu bolsillo ni la caja menor de tu empresa, y puedes aprovechar el tiempo para responder la montaña de mails.
8. Comenzarás a coleccionar medicamentos y soluciones gástricas.
Más te vale ahorrar para las citas al médico, pues tu esperanza de vida se reducirá bastante, un par de años de golpe. Vas a dejar de hacer deporte, de ir al gimnasio, se te subirá la presión arterial, subirás de peso, se te subirán los niveles de azúcar y te vas a volver más gruñón. Estar al mando de una empresa es una de las peores cosas que le puede pasar a tu salud si no tomas medidas, además de que el aumento de estrés prolongado puede conseguir que en un momento dado un ataque de nervios aparezca.
9. Cada día será como un campo de batalla.
Mucho se habla de que hay que salir de la zona de confort, de cómo para conseguir algo hay que arriesgar, para ser más feliz y realizado y etc. Pero la zona de confort se llama así por una razón: es cómoda. Salir de cabeza por un emprendimiento es exponerte a un ambiente hostil que se podrán medir con un contador geiger. Si cuando piensas en tu emprendimiento hipotético te angustias por esos detalles que no te han dejado dar el gran paso, cuando lo hagas será una realidad palpable. Y tendrás que lidiar con eso, te guste o no.
10. ¿Estás seguro que tienes una buena idea?
Un emprendimiento no se hace sobre un campo baldío. Muy pocas veces sucede así. La mayor parte de la industria ya está inventada y lo que se llama “innovador” hoy en día son detalles que hacen un diferencial con toda la oferta que existe en el mercado. Quien tiene la sensación del emprendimiento, a diario, se encuentra con las ganas de dejar todo tirado de un momento a otro para sencillamente iniciar su propio negocio, y luego se dan cuenta de que ya alguien había tenido la misma idea o similar que ellos y se enfrentan a la dura realidad de que nadie se sorprende de lo que venden. Estar constantemente informado de las tendencias, del mercado al que apuntas, de los hábitos de consumidor y de la competencia a la que te enfrentarás no es una investigación que se haga en una hora de google. Necesita tiempo y planificación. Y sobre todo, nervios de acero.
Esto implica también el hecho de que la información ya está lo suficientemente interpretada para saber cómo, dónde y cuándo la empresa va a serpentear desde tu casa hasta el imaginario y las manos del consumidor. Saber también cuáles entidades e instituciones están dispuestas a ayudarte, qué comisión de impuestos se va a llevar el gobierno (sí, los políticos también comen de tu emprendimiento y mucho), y qué tan saturado está el mercado con el producto que ofreces. Saber cúal va a ser tu capital inicial y de dónde vas a sacar para reinvertir en tu negocio también es una buena variable a tener en cuenta.
Y si llegaste hasta aquí…
Si luego de leer todo esto sigues con la intención de iniciar tu empresa, ¡felicitaciones! Ya tienes el 70% del camino andado. Si no, no importa. Los emprendimientos más exitosos de la historia fueron realizados por personas que fracasaron muchas veces, que pasaron muchos años trabajando para otros hasta que se volvieron expertos en sus campos y otros que se curtieron lo suficiente en la frustración y la experiencia. Es cierto que la innovación y el fortalecimiento de nuevas empresas son grandes motores de progreso, pero hay que saber que hay tiempos para cada cosa.
Y si este artículo te asustó más de lo que esperabas, tal vez debas meditarlo un poco más antes de intentarlo. Por qué a pesar de todo el emprendimiento es altamente gratificante y te dará unas retribuciones no solo financieras sino personales que a veces son difíciles de hallar cuando eres empleado de una empresa.
Lo más importante es emprender con sabiduría.