Hace 25 años estábamos a la espera del inicio de la copa mundial del mundo, que se inauguró en la ciudad de Detroit el 18 de junio de 1994. La selección Colombia había hecho una maravillosa campaña en los clasificatorios derrotando a Perú 4 a 0 y a Argentina 5 a 0. La nómina de convocados tenía al Pibe Valderrama, el tren Valencia, Freddy Rincón, el Tino Asprilla, Andrés Escobar y Óscar Córdoba. Poco sabíamos lo desastroso que iba a ser la campaña de los cafeteros, perdiendo ante Rumania y Estados Unidos, este un equipo de baja categoría y que poco tenía que ofrecer al torneo. Después de ser eliminados en la primera fase lo único que nos quedaron fueron cientos de pelucas del pibe y en la mente los comerciales que Davivienda usó para lanzar su nueva campaña y que nos hizo mucho eco a nuestra participación mundialista. Ese año, con uno de los mejores equipos del mundo eliminado en fase de grupos, sentimos que “nuestro dinero estaba en el lugar equivocado”.
Meses antes, Julián Arango, el actor colombiano conocido por su papel de Hugo Lombardi en “Yo soy Betty, la fea”, trabajaba como publicista en la agencia Leo Burnett Colombiana, a su equipo le fue encargada la responsabilidad de crear la campaña de Davivienda bajo la estrategia de que “era el mejor lugar para tener tu dinero”.
Dice la leyenda que luego de una noche de trabajo sin muchas ideas interesantes, Arango se despidió y se fue a tomar un trago en el Harry’s cantina, un bar de moda que siempre estaba hasta el techo de gente. La noche avanzó y Arango se cansó de estar apretado, sudoroso, sin poder oír nada por el ruido y aparentando la mejor actitud porque estaba en el lugar más “cool” de la ciudad.
Al día siguiente Arango y el diseñador Fernando Escobar hablaron sobre la experiencia y de ahí salió la frase que nos ha acompañado por un cuarto de siglo, instaurándose en el inconsciente colectivo y volviéndose parte de nuestras conversaciones cotidianas. Resulta que la audiencia se identifica emocionalmente con las historias que han acompañado el slogan en varios niveles, con sentimientos de vergüenza, rabia o confusión que nos terminan pareciendo cómicos cuando pensamos que nos pueden pasar cualquier día. El anciano que ve revistas para adultos, la striper que sale de un pastel de cumpleaños en la celebración de un sacerdote, el hombre que decide pintar su auto con “llamas”; las situaciones que presentan los comerciales de Davivienda han calado tan hondo en la mente de los colombianos que usted, lector, en este momento está rememorando ese comercial que siempre ha sido su favorito y seguramente dejará de leer este artículo para buscarlo en youtube.
El copywriting es el arte de entregar las palabras de una forma estratégica que consiga generar una respuesta directa por parte del público. Es decir, llevar a las personas a tomar la decisión de realizar una acción. Pero también es la manera como una marca adquiere una voz, un tono, una forma metafórica de hablar y de expresarse y que nos permite imaginarnos a un personaje detrás de los logos y los lindos contenidos, un personaje que respire y sienta igual que nosotros. Así como el rebelde “think different” de Apple, el alentador “just do it” de Nike y el práctico “think small” de Volkswagen han hecho historia en la publicidad, nuestros “dejen jugar al moreno”, “déjame masticarlo” o “ese Roa debe ser un señor Brrrrr”, marcan la diferencia porque nos recuerdan a nosotros mismos, a nuestra cultura e idiosincrasia colombiana.
Nunca subestimen el poder de una buena redacción, de ser capaces de encantar y seducir desde lejos solo con las palabras. En la literatura y la publicidad no hay nada que perdure más que las oraciones contundentes que siempre cargan un poco más que la obviedad de su significado inmediato. No vaya a ser que como a la selección Colombia de 1994, la gente solo lo recuerde por su mala actuación.
Del 15 al 22 de junio, Nogma dicta el Workshop de Redacción, una oportunidad para aprender recursos y herramientas para mejorar la capacidad de redacción, conocer cómo las estructuras narrativas y audiovisuales son usadas en la comunicación y la utilidad que conlleva usar las palabras adecuadas para vender ideas. Junto a Alirio Ardila, Director Creativo en Wunderman Thompson y Néstor Pulido, escritor, quienes lideran este workshop.