Cómo el reguetón logró hackear al mundo

Descubre qué fue lo que ninguna data o marca en su momento entendió del Reggaetón.

Cuando en el 2019 se conocieron los mensajes del gobernador de Puerto Rico, Ricardo Roselló, en los que se expresaba de manera homofóbica, sexista y misógina, nadie se esperaba que sus comentarios cayeran tan mal en la población civil al punto que provocaran una serie de manifestaciones masivas y que él mismo tuviera que renunciar a su cargo.

Pero de todas las cosas inimaginables, a nadie se le ocurrió que el malestar social fuera encabezado por los artistas de reggaetón Bad bunny, Residente, Daddy Yanky y el ícono nacional Ricky Martin, pues ¿qué tienen que decir unos músicos que alaban el perreo hasta el suelo sobre la situación política de su país? Más aún cuando el Reggaetón, justamente, es criticado por sus alusiones subidas de tono.

 
¿DÓNDE NACIÓ EL REGGAETON?

Por allá en los años noventa, cuando no existía la palabra Reggaetón, la gente aún se emocionaba con los ritmos de la lambada y de Edgardo Franco, el general, con su muévelo, muévelo. 

El dembow era apenas una alusión homofóbica jamaiquina (dem-them, bow-arco, y la traducción sería algo así como “los ellos torcidos” o “volteados”), y aún no había evolucionado como el nombre del ritmo que todos conocemos, y la música underground era un sancocho de rap, reggae y hip hop que se gestó en las zonas urbanas más pobres de Puerto Rico y el caribe.

En su parte más comercial Puerto Rico tenía artistas como Vico C y Big Boy, que hasta cierto punto se consideraban artistas de rap y reggae, y cuando una fiesta contenía exclusivamente este género se le consideraba un “reggae maratón”, o reggaetón para acortar.

Por su naturaleza urbana, y de la misma manera que en su momento el jazz, el rock, el rap, el hip hop, y la salsa más clásica, el reggaetón explotó el sentimiento de una juventud cercada por las dificultades económicas y sociales. El ritmo heredado de la sangre africana atenta contra el puritanismo occidental y las crónicas de violencia cotidiana también cayeron mal cuando fueron escuchados por la clase media conservadora.

En cuanto salió del gueto, el nuevo ritmo se encontró con una abierta hostilidad por parte de la sociedad en general. En una entrevista, Daddy Yankee expresó que desde el principio el gobierno intentó detenerlos, y que los estratos más altos veían con desdén el ascenso de su música por considerarla grotesca, inmoral, artísticamente deficiente.

En palabras del poeta Edwin Reyes: el género “es una forma de expresión musical que transmite las formas más elementales de la emoción, a través de un sonsonete embrutecedor y agresivo”. Además, fue acusado de desplazar a la salsa, el otrora ritmo nacional puertorriqueño, y una música ajena a los valores de la isla.

Varios colectivos feministas, políticos, defensores de la moral y un largo etcétera de políticos y gente de bien, satanizaban la manera de bailar que hacía abierta alusión al acto sexual y prohibieron su reproducción, vetaron videos musicales, y cerraron establecimientos donde se reproducían porque, según ellos, se asociaba con bandas criminales y con las altas tasas de violencia que se vivía en la isla.

Pero como varias veces se ha demostrado en la historia de la humanidad, nada incita más a la juventud que el hecho de prohibirles algo. Sucedió con el vídeo de Queen: I want to break free, que por presiones de políticos fue transmitido solo después de la medianoche por el canal MTV para así evitar su proliferación en las mentes jóvenes; y esa misma prohibición hizo popular su transmisión, pues los adolescentes se trasnochaban para ver cuál era la raíz del escándalo.

Asimismo el Reggaetón, dulce y prohibido, escaló en la mente de una juventud cada vez más liberal, que encuentra en el ritmo salvaje una forma de expresión propia y que marca una clara diferencia con las acepciones aceptadas por generaciones anteriores.

Entonces, ante la arremetida popular, imparable y juvenil que abanderaba el reggaetón, los políticos no tuvieron otra alternativa que aceptar a regañadientes para obtener réditos y votos, bailando torpemente el ritmo en sus presentaciones para enviarles un mensaje de cercanía a los votantes más jóvenes y populares, bendita sea la política.

GASOLINA Y EL AUGE INTERNACIONAL

Así, en el 2004, y en esto varios cronistas coinciden, la canción de Daddy Yankee, Gasolina, es la primera canción que oficialmente da el salto internacional del género y rápidamente escala en las estaciones radiales de todo el continente

De un día para otro, las parrillas de programas latinos estaban atiborradas de las canciones y muchas de ellas cambiaron radicalmente su identidad para montarse en la ola de popularidad que trajo el reggaetón. En Colombia sucedió con la emisora Oxígeno, que luego del 2006 cambió su música electrónica y se redefinió para especializarse en Reggaetón.

Muchas industrias y marcas también trataron con desdén el nuevo género. Es decir, lo aceptaban y lo vendían, claro, pero no lo consideraban un producto de calidad. Pero luego de que los premios Grammy se comenzaron a acumular bajo nombres como Calle 13 y Wisin y Yandel, y que luego otros artistas comenzaron a incursionar en el género (Paulina Rubio, Ricky Martin, etc.) tuvieron que aceptar su existencia y desde entonces no ha tocado techo en su popularidad internacional.

Más importante aún es que luego de la gran reputación global, es cuando las élites puertorriqueñas lo aceptan como un valioso producto cultural, comercial y artístico que genera millones de dólares anuales.

Pero además cambió la relación que existía en la industria musical, pues a diferencia de los salseros de antaño, los reggaetoneros no se subordinan a grandes casas disqueras manejadas por hombres blancos, sino que crearon sus propias reglas de juego y tienen más control sobre sus productos y finanzas.

Esto último es de resaltar pues el Reggaetón se ha convertido en producto y plataforma de expansión de marcas personales en la música. 

Ningún otro género ha sabido explotar mejor la diversificación alrededor de un nombre para salir al mercado con ropa, perfumes, bebidas alcohólicas, relojes, y un largo etcétera de colaboraciones con otros medios que los hacen una moneda de valor bastante preciada por los inversionistas.

 

TRIUNFO ECONÓMICO Y CULTURAL DE PUERTO RICO

Todos estos elementos han contribuido a la generación de una narrativa sobre el Reggaetón. En última instancia, el género representa la lucha contra las adversidades y la apropiación de un medio común a todos los seres humanos para crear conexiones de calidad con los usuarios

El Reggaetón no es solo la música en sí, sino también el exaltamiento de una sociedad azotada por la violencia, la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades que logra salir adelante a pesar de todo.

En Puerto Rico los artistas aún recuerdan que el prestigio se lo deben a una juventud urbana, negra y pobre, que los ha seguido y apoyado aún cuando fueron desdeñados por años. Y ese tipo de relación es la que como artistas usaron para tumbar, no solo a un gobernador, sino toda una cultura de arribismo elitista y concentración del poder de la opinión pública.

Si algo le faltaba al Reggaetón para afianzarse como un género era generar una movilización de masas con un contenido político como viene sucediendo desde hace años; no solo con lo que pasó en Puerto Rico, sino además con las declaraciones de sus exponentes sobre política y libertad sexual.

Este fenómeno, sólo equiparable al rock y la música protesta de los años 70, es el último escalón de un género que marca una generación y la define en un contexto histórico. Lo que en su momento fueron canciones como We didn’t start the fire de Billy Joel, o la Masa de Mercedes Sosa, es ahora Latinoamérica de Calle 13.

Lo que ninguna marca ni ningún dato de consumo fue capaz de entender en su momento, como sí lo hizo el Reggaetón, fue acoger el sentir de una sociedad que vivía en las calles, lejos de las métricas y las estadísticas de una consultora. Lidiar con las injusticias y desigualdades latentes, con un cambio de pensamiento virando hacia la libertad sexual y alejándose cada vez más de los puritanismos de una sociedad acostumbrada a conformarse con lo más mínimo para sobrevivir, es el motor que los músicos de Reggaetón vivieron en carne propia y esa sangre que les corre en las venas, es la que llevan a sus ritmos bailables hasta el suelo.